
Mucho tiempo después, el autor expresó su sorpresa de que un cirujano orase. Dijo: "Yo creía que un cirujano confiaba en su propia capacidad".
"Un cirujano es solamente un hombre", fue la contestación del médico. "No puede hacer milagros por sí mismo. Estoy seguro que la ciencia no podía haber avanzado tanto, si no fuera por algo más fuerte que el solo hombre".
Y después terminó el cirujano diciendo: "Me siento tan cerca de Dios cuando estoy operando, que no sé dónde cesa mi habilidad y comienza la suya".
Un espíritu de verdadera humildad es indispensable para evitar las trampas del orgullo y de soberbia.
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