El arco

El arco es la vida: dale toda tu energía.

La flecha partirá un día.

El blanco está lejos.

Pero el arco permanecerá siempre contigo, y hay que saber cuidarlo.

Necesita períodos de inactividad: un arco siempre armado, en estado de tensión, pierde su potencia. Por tanto, déjalo que repose y recupere su firmeza.

Así, cuando estires la cuerda, estará contento y con su fuerza intacta.

El arco no tiene conciencia: es un prolongamiento de la mano y el deseo del arquero. Sirve para matar o para meditar. Por ello, sé siempre claro
en tus intenciones.

Un arco tiene flexibilidad, pero también tiene un límite. Un esfuerzo más allá de su capacidad lo romperá, o dejará exhausta la mano que lo sostiene. Por lo tanto, procura estar en armonía con tu instrumento y no le exijas más de lo que te puede dar.

Un arco o bien reposa o bien se tensa en la mano del arquero. Pero la mano no es sino el lugar donde se concentran todos los músculos del cuerpo, todas las intenciones del tirador, todo el esfuerzo para el tiro. Por lo tanto, para mantener con elegancia el arco abierto, haz que cada parte dé sólo lo necesario, y no disperses tus energías.

De este modo, podrás disparar muchas flechas sin cansarte.

Para entender tu arco, es preciso que se convierta en parte de tu brazo y sea una extensión de tu pensamiento.

Paulo Coelho, El Camino Del Arco

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