Un hombre caminaba apresuradamente por la noche cuando al doblar una esquina tropezó con otro que se alumbraba con un farol.
En el momento de ir a increparlo, se dio cuenta de que era ciego.
-¿Para qué demonios vas con un farol si eres incapaz de ver nada? -preguntó el hombre apresurado.
-¡Para que puedan verme y no tropiecen conmigo los tontos como tú! -replicó el ciego.
Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de oriente, Recopilación de Ramiro Calle y Sebastián Vázquez
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