Reflexiones sobre la arrogancia


En la facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta:

“¿Cuántos riñones tenemos?” 
“¡Cuatro!”, responde el alumno.

“¿Cuatro?”, replica el profesor, un arrogante de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.

“Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala", le ordena el profesor a su auxiliar.

“¡Y para mí un cafecito!”, pidió el alumno al auxiliar del maestro.

El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. El alumno era el humorista Aparício Torelly, conocido como el Barón de Itararé (1895-1971).

Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro: 
“Usted me preguntó cuántos riñones ‘tenemos’.
‘Tenemos’ cuatro: dos míos y dos suyos. Porque ‘tenemos’ es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto”.

La vida exige mucho más comprensión que conocimiento. A veces, las personas, por tener un poco más de conocimiento o "creer" que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás...

"No lo olvides: no seas nunca arrogante con los humildes, ni humilde con los arrogantes.”

Reflexiones sobre la fe


Tener fe
Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . 
Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo..

El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.
Entonces, inmediatamente despega para volar.

La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.
Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.

En muchas formas, las personas somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.

Esa es la respuesta, la ruta de escape y la solución a cualquier problema.
¡Solo mirar hacia arriba!.

La tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, la depresión mira hacia abajo, pero la fe... siempre mira hacia arriba.

Autor desconocido

El extraño


Unos cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población.

Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios:
Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.

Pero el extraño era nuestro narrador.
Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias. 
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro! 
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacia reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.

A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad (ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el extraño se fuera).

Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas.
Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra  casa Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase.
Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol.
Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo.
Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos.

Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.

Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia.
Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía...

¿Su nombre? 
Nosotros lo llamamos Televisor...

Pero los tiempos han pasado y ahora tiene una esposa que se llama Computadora y un hijo que se llama Celular.

Una lección de amor y solidaridad

El dueño de una tienda estaba poniendo en la puerta un cartel que decía: “Cachorros en venta”.
Como esa clase de anuncios siempre atrae a los niños, de pronto apareció un pequeño y le preguntó:
—¿Cuál es el precio de los perritos?

El dueño contestó:
—Entre treinta y cincuenta dólares.

El niñito se metió la mano al bolsillo y sacó unas monedas.
—Sólo tengo $2,37. ¿Puedo verlos?

El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió una perra seguida por cinco perritos, uno de los cuales se quedaba atrás. El niñito inmediatamente señaló al cachorrito rezagado.
—¿Qué le pasa a ese perrito? —preguntó.

El maestro es como una campana

El maestro es como una campana
Un estudiante recién llegado al monasterio buscó al maestro Nolami y le preguntó cómo debía prepararse para el ejercicio de meditación.

“No tengas miedo de preguntar” fue la respuesta.

“¿Y cómo aprendo a preguntar?”

“Un maestro es como una campana. Si le das solamente un leve toque, solo escucharás una leve vibración. Pero si la sacudes con energía, resonará bien alto y estremecerá hasta lo más profundo de tu alma. Pregunta con valor, y no te detengas hasta obtener la respuesta que buscas”.

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