Que nada te detenga

"Teresa Bloomingdale dice que ella nunca ve las cosas como tragedias.

En 1975 un tornado le destruyó totalmente la casa, pero ella y nueve de sus hijos se salvaron refugiándose en el sótano. Cuando pasó el huracán, lo primero que pensó fue: “De todas maneras, nos íbamos a mudar…

Ahora ya no tendré que empacar nada”. ¡Esto sí que es ser optimista! (Se ha dicho que optimista es el que, cuando se le despedazan las suelas de los zapatos, dice: Ahora sí estoy otra vez en pie.)

Pero así es como piensa Teresa Bloomingdale. Resolvió empezar a escribir como profesional cuando tenía cuarenta y dos años de edad y sus diez hijos fluctuaban entre los dos y los catorce. Ahora recuerda: “En casa tenía tres chicos en edad preescolar y dos perros. Escribía en la mesa del comedor con el bebé en las rodillas y otro que apenas gateaba entre mis piernas... porque si se soltaba me desmantelaba la casa”.

Teresa escribía en cualquier momento libre. Después de muchos rechazos, vendió su primer artículo por diez dólares. Solo utilizaron un párrafo de las tres mil palabras que contenía su colaboración, pero siguió escribiendo. En 1977 apareció su primer libro; en 1982 la aceptaron como colaboradora de la revista McCali’s. Hace poco la editorial Doubleday firmó con ella un contrato por valor de doscientos cincuenta mil dólares. Teresa no podía detener un tornado, pero el tornado tampoco pudo detener el optimismo de Teresa Bloomingdale.
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Pasos hacia la cumbre del éxito, Zig Ziglar

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