Una leyenda árabe cuenta que, cuando Dios le ordenó al alma penetrar en el cuerpo de arcilla que había hecho, el primer cuerpo de hombre, el alma se negó a hacerlo.
Dijo el alma: "Soy libre para viajar por las esferas que desee, y poseo el vigor ilimitado que he obtenido de Ti; no quiero entrar en este cuerpo de arcilla. Se me antoja una prisión."
Entonces, Dios ordenó a los ángeles que tocaran las arpas, y al oír aquella música, el alma empezó a bailar y alcanzó el éxtasis. Entró en el cuerpo sin saber lo que estaba haciendo y quedó atrapada en aquella prisión.
Así pues, ninguna alma llega a la Tierra sin sentir pasión por la música. Sólo cuando se vuelven confusas después de haber llegado a la Tierra es cuando pierden esa pasión, pero cuando alguién pierde todo interés por la música, es sabido que esa persona no está viviendo; algo que hasta entonces había estado vivo en esa persona ha muerto.
El mensaje sufi de Hazrat Inayat Khan: El arte de la personalidad
Dijo el alma: "Soy libre para viajar por las esferas que desee, y poseo el vigor ilimitado que he obtenido de Ti; no quiero entrar en este cuerpo de arcilla. Se me antoja una prisión."
Entonces, Dios ordenó a los ángeles que tocaran las arpas, y al oír aquella música, el alma empezó a bailar y alcanzó el éxtasis. Entró en el cuerpo sin saber lo que estaba haciendo y quedó atrapada en aquella prisión.
Así pues, ninguna alma llega a la Tierra sin sentir pasión por la música. Sólo cuando se vuelven confusas después de haber llegado a la Tierra es cuando pierden esa pasión, pero cuando alguién pierde todo interés por la música, es sabido que esa persona no está viviendo; algo que hasta entonces había estado vivo en esa persona ha muerto.
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