Cuando sepas que tienes un problema, considéralo desde muy diferentes perspectivas. La forma de definir un problema suele llevar consigo una explicación de aquello que lo causó. Nuestro primer impulso es etiquetar los problemas echando mano de prejuicios tópicos.
Si tenemos un desacuerdo con nuestro cónyuge, inmediatamente suponemos que somos inocentes y que la culpa es de la otra parte. Puede que esto sea verdad alguna vez, pero ciertamente no siempre. La suposición más realista es que ambas partes tienen culpa, y la cuestión es enterner lo que movió a cada uno a adoptar su postura en la disputa.
Además, aunque la disputa pueda ser aparentemente sobre una cosa, por ejemplo, dinero, no des por supuesto que las apariencias son verdaderas. El desacuerdo puede ser, en realidad, acerca de la toma de decisiones financieras, y por tanto sobre poder; o podría ser acerca de la falta de respeto o sobre la desigualdad en la cantidad de energía psíquica que se dedica a la relación. La forma de determinar la naturaleza del problema es de capital importancia para el tipo de solución que al final puede funcionar.
Los individuos creativos no se apresuran a definir la naturaleza de los problemas: primero observan la situación desde varios ángulos, y durante largo tiempo dejan indeterminada la formulación. Consideran diferentes causas y razones. Ponen a prueba sus corazonadas sobre lo que realmente está pasando, primero en su propia mente y después en la realidad. Ensayan soluciones provisionales y comprueban su éxito; y están abiertos a formular de nuevo el problema si la evidencia demuestra que su planteamiento inicial fue erróneo.
Mihaly Csikszentmihaly
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