Siendo solidarios con los demás, también lo somos con nosotros mismos. Esto fue lo que descubrieron unos investigadores norteamericanos, al comprobar que cuando las personas ayudan a otros, también se ayudan a sí mismas a experimentar placer.
Cooperar con otras personas no es sólo bueno para los demás… sino también para el goce propio. Esto fue lo que descubrieron investigadores de la Universidad Emory de Atlanta, Estados Unidos, luego de un estudio llevado a cabo con 36 mujeres de entre 20 y 36 años.
Para el relevamiento, los investigadores hicieron participar a las mujeres de un juego con un menú de opciones, en la que las participantes debían elegir entre opciones “codiciosas” o “generosas”. Luego realizaron estudios de resonancia magnética para obtener “retratos del cerebro” de las participantes, al efectuar sus decisiones.
Al hacer las evaluaciones, descubrieron señales luminosas que aparecían cuando se realizaban alianzas de cooperación, en las mimas áreas en las que suelen aparecer cuando el ser humano se encuentra frente a rostros bellos, dulces, dinero, cocaína, u otras fuentes de placer, legales o ilegales. Estas áreas estaban conformadas por dos grandes zonas, las cuales contienen una gran cantidad de neuronas capaces de responder al dopamina, un agente químico muy presente en las conductas adictivas.
Además, pudieron percatarse que el circuito cerebral relacionado con las conductas que buscan ser premiadas, se activaba fuertemente cuando las participantes elegían una opción solidaria, al tiempo que fluía más sangre hacia los centros de placer.
Inclusive, cuando se consulto a las mujeres sobre su propia experiencia al optar por las posibilidades más solidarias, las mismas admitieron que efectivamente se sentían mejor cuando colaboraban.
Por eso mismo, estos científicos afirman creer que es posible que el ser humano esté configurado para ayudarse entre sí. Sobre todo, por el hecho de que pruebas similares realizadas en otras especies de seres vivientes, como los chimpancés o delfines, no demostraron resultados tan contundentes.
Para algunos antropólogos, la causa de que se experimenten estas sensaciones, puede tener relación con el hecho de que los antepasados debieron recurrir obligatoriamente, en muchas más oportunidades que ahora, al trabajo en equipo, para poder sortear las dificultades que les presentaba la vida.
Y es que, por ejemplo, para lograr obtener sus alimentos, o bien defenderse de las amenazas externas, era imprescindible que los mismos asumieran una postura de cooperación, puesto que estaba en juego su propia supervivencia. Al parecer, el goce que deben haber experimentado al lograr sus objetivos en cooperación con los demás, fue transmitido de generación en generación.
Según los científicos, no existe razón alguna para que las reacciones de los hombres puedan llegara a ser diferentes que las de las mujeres evaluadas.
Fuente
Cooperar con otras personas no es sólo bueno para los demás… sino también para el goce propio. Esto fue lo que descubrieron investigadores de la Universidad Emory de Atlanta, Estados Unidos, luego de un estudio llevado a cabo con 36 mujeres de entre 20 y 36 años.
Para el relevamiento, los investigadores hicieron participar a las mujeres de un juego con un menú de opciones, en la que las participantes debían elegir entre opciones “codiciosas” o “generosas”. Luego realizaron estudios de resonancia magnética para obtener “retratos del cerebro” de las participantes, al efectuar sus decisiones.
Al hacer las evaluaciones, descubrieron señales luminosas que aparecían cuando se realizaban alianzas de cooperación, en las mimas áreas en las que suelen aparecer cuando el ser humano se encuentra frente a rostros bellos, dulces, dinero, cocaína, u otras fuentes de placer, legales o ilegales. Estas áreas estaban conformadas por dos grandes zonas, las cuales contienen una gran cantidad de neuronas capaces de responder al dopamina, un agente químico muy presente en las conductas adictivas.
Además, pudieron percatarse que el circuito cerebral relacionado con las conductas que buscan ser premiadas, se activaba fuertemente cuando las participantes elegían una opción solidaria, al tiempo que fluía más sangre hacia los centros de placer.
Inclusive, cuando se consulto a las mujeres sobre su propia experiencia al optar por las posibilidades más solidarias, las mismas admitieron que efectivamente se sentían mejor cuando colaboraban.
Por eso mismo, estos científicos afirman creer que es posible que el ser humano esté configurado para ayudarse entre sí. Sobre todo, por el hecho de que pruebas similares realizadas en otras especies de seres vivientes, como los chimpancés o delfines, no demostraron resultados tan contundentes.
Para algunos antropólogos, la causa de que se experimenten estas sensaciones, puede tener relación con el hecho de que los antepasados debieron recurrir obligatoriamente, en muchas más oportunidades que ahora, al trabajo en equipo, para poder sortear las dificultades que les presentaba la vida.
Y es que, por ejemplo, para lograr obtener sus alimentos, o bien defenderse de las amenazas externas, era imprescindible que los mismos asumieran una postura de cooperación, puesto que estaba en juego su propia supervivencia. Al parecer, el goce que deben haber experimentado al lograr sus objetivos en cooperación con los demás, fue transmitido de generación en generación.
Según los científicos, no existe razón alguna para que las reacciones de los hombres puedan llegara a ser diferentes que las de las mujeres evaluadas.
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