
La lealtad opera en un nivel más alto. Por ejemplo, el presidente presta un juramento de lealtad a la constitución, al igual que otros funcionarios, agentes y miembros de las Fuerzas Armadas. Los ciudadanos juran lealtad a la bandera. Éstas expresiones enfatizan ciertas cuestiones fundamentales, aunque dejan un amplio margen para el desacuerdo.
Al margen de las expresiones ceremoniales, la lealtad es como el coraje, pues se manifiesta con mayor claridad cuando trabajamos bajo presión. La verdadera lealtad, sobrevive a los contratiempos, resiste la tentación y no se acobarda ante los ataques. Y la confianza que nace de una lealtad genuina impregna nuestra vida entera.
De El libro de las Virtudes, William J. Bennett
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