El valor de la verdad

Juan y Marcos eran compañeros de colegio, también compartían juegos, y travesuras. Un día salieron muy contentos porque les habían dado muy buenas notas de sus exámenes y decidieron celebrarlo con una caminata hasta el arroyo, estaban tan entusiasmados, porque los esfuerzos del estudio daban buenos frutos.

Así llegaron al hermoso lugar que guardaba muchos secretos. Allí se bañaron, pescaron, jugaron, y el tiempo se fue como agua entre los dedos, cuando se dieron cuenta comenzaba a caer la tarde y tenían bastante camino por recorrer.

Juan se preocupó mucho sobre que diría en su casa, y se puso a elaborar una buena mentira, Marcos lo vio tan callado y pensativo que le preguntó que le pasaba, Juan le contó que seguramente en su casa estarían muy enojados y le darían una buena paliza y por eso estaba pensando que mentira decir, y los dos debían ponerse de acuerdo para contar lo mismo. Marcos no podía creer lo que escuchaba, y le respondió; no podemos mentir, yo estoy acostumbrado a decir siempre la verdad, cueste lo que cueste y mis padres me escuchan y comprenden pero también sé que me privaran de algo que me gusta mucho para que no vuelva a cometer el mismo error.

A mí me enseñaron que la mentira tiene patas cortas y que al final siempre te descubren, por eso yo voy a acompañarte a tu casa y les diremos la verdad, pediremos disculpas y prometeremos no volver a repetirlo, tus padres entenderán, vos perderás el miedo y ganarás la confianza.

¿Sabés por qué Juan? Porque la Verdad nos hace libres.

Anónimo

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