El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.
Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba por no ser fuerte y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, un Clavel floreciendo y más fresco que nunca.
El rey le preguntó: ¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín mustio y umbrío?
La flor contestó: Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías claveles. Si hubieras querido un Roble, lo habrías plantado.
En aquel momento me dije: "Intentaré ser Clavel de la mejor manera que pueda" y aquí estoy, el más hermoso y bello clavel de tu jardín. Somos esto que somos.
Vivimos marchitándonos en nuestras propias insatisfacciones, en nuestras absurdas comparaciones con los demás:
"Si yo fuera", "si yo tuviera", "si mi vida fuera". Siempre conjugando el futuro incierto en vez del presente concreto, empecinados en no querer ver, que la felicidad es un estado subjetivo, y voluntario.
Podemos elegir hoy, estar felices con lo que somos, con lo que tenemos; o vivir amargados por lo que no tenemos o no podemos ser. Sólo podremos florecer el día que aceptemos que somos lo que somos, que somos únicos y que nadie puede hacer lo que nosotros vinimos a hacer.
"Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible."
San Francisco de Asís
No hay comentarios:
Publicar un comentario