- Mis logros son mayores que los tuyos.
El Destino no estuvo de acuerdo y desafió al Esfuerzo:
- ¿Qué es lo que has hecho para afirmar que tus logros superan los míos?
El Esfuerzo respondió:
- El que alguien viva una larga vida o muera joven, sea rico o pobre, triunfe o fracase, depende de mí.
El Destino respondió inmediatamente:
- Si eres tan eficaz como dices, ¿por que no haces ricas a las personas muy trabajadores? ¿Por qué no le das una vida larga y próspera a las personas virtuosas? ¿Por qué no están empleadas las personas capaces e inteligentes y por qué los estúpidos ocupan puestos importantes en el gobierno?
El Esfuerzo no pudo añadir nada ante estos desafíos, así que tímidamente respondió el Destino:
- Tienes razón. Después de todo no produzco muchos efectos. Pero me atrevo a afirmar que muchas cosas suceden como suceden porque tú has ido haciendo daño. ¡torciendo el sino de la gente y disfrutando con ello!
El Destino responde entonces:
- Yo no puedo forzar la dirección de las cosas. Simplemente les abro las puertas para que pasen. Si algo va bien, dejo que siga su camino; si algo se desvía, no lo impido. Nadie, ni tú ni yo, puede dirigir el curso de las cosas. La vida larga o breve, rica o pobre, el éxito o el fracaso, la buena o la mala suerte, todo se produce por sí mismo. ¿Cómo puedo dirigir los acontecimientos o saber siquiera cómo acabarán las cosas?
Lie Tsé
El Destino no estuvo de acuerdo y desafió al Esfuerzo:
- ¿Qué es lo que has hecho para afirmar que tus logros superan los míos?
El Esfuerzo respondió:
- El que alguien viva una larga vida o muera joven, sea rico o pobre, triunfe o fracase, depende de mí.
El Destino respondió inmediatamente:
- Si eres tan eficaz como dices, ¿por que no haces ricas a las personas muy trabajadores? ¿Por qué no le das una vida larga y próspera a las personas virtuosas? ¿Por qué no están empleadas las personas capaces e inteligentes y por qué los estúpidos ocupan puestos importantes en el gobierno?
El Esfuerzo no pudo añadir nada ante estos desafíos, así que tímidamente respondió el Destino:
- Tienes razón. Después de todo no produzco muchos efectos. Pero me atrevo a afirmar que muchas cosas suceden como suceden porque tú has ido haciendo daño. ¡torciendo el sino de la gente y disfrutando con ello!
El Destino responde entonces:
- Yo no puedo forzar la dirección de las cosas. Simplemente les abro las puertas para que pasen. Si algo va bien, dejo que siga su camino; si algo se desvía, no lo impido. Nadie, ni tú ni yo, puede dirigir el curso de las cosas. La vida larga o breve, rica o pobre, el éxito o el fracaso, la buena o la mala suerte, todo se produce por sí mismo. ¿Cómo puedo dirigir los acontecimientos o saber siquiera cómo acabarán las cosas?
Lie Tsé
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