Sobre el éxito y el fracaso


Sobre el éxito y el fracaso


Una cita de Mahatma Gandhi

Cita atribuida a Mahatma Gandhi.



Sócrates y el Triple Filtro

Sócrates y el Triple Filtro

En la antigua Grecia, Sócrates, fue famoso por su sabiduría y  por el gran respeto que profesaba a todos.
Un día, un conocido se encontró con el gran filósofo, y le dijo:
- Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto, replicó Sócrates.
Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- Triple filtro?, preguntó el otro.
- Correcto, continúo Sócrates.
Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el “Examen del triple filtro”.
... El primer filtro es la VERDAD.
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No, dijo el hombre, realmente sólo escuche sobre eso y ...
- Bien, dijo Sócrates, entonces realmente no sabes si es cierto o no.
Ahora permíteme aplicar el  segundo filtro, el  filtro de la BONDAD. Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario…
- Entonces, deseas decirme algo malo de él, pero no estás seguro que sea cierto.
Pero aún podría querer escucharlo porque queda un filtro, el filtro de la UTILIDAD. Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no.
- Bien, concluyó Sócrates.
Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no me es útil...
... para que querría yo saberlo?
Es muy bueno que recordemos este triple filtro y lo apliquemos en nuestras relaciones.

¿Fantasía o realidad?

Un cuento tradicional de Oriente recopilado por Ramiro Calle y Sebastián Vázquez.




No es lo mismo la fantasía que la realidad


Cuentan que había un rey a quien le gustaban mucho los dragones. Se hizo un gran experto en esta materia y su palacio estaba decorado con obras de arte que recreaban todo tipo de dragones, gran parte de sus joyas representaban dragones y su ropa estaba decorada con motivos de dragones. En sus jardines manaban fuentes con dragones de piedra e instauró una gran fiesta llamada el Festival del Dragón. Incluso afirmaba que sería capaz de dar cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de ver a un dragón si es que éstos hubiesen existido.

Una noche, un fuerte ruido lo despertó. Un enorme animal estaba introduciendo su cabeza por la ventana y, al abrir sus fauces, lanzó una llamarada que casi alcanzó al rey. Era un dragón. El aterrorizado monarca llamó a gritos a su guardia, que acudió en tropel armada hasta los dientes.

-¡Matad a esa bestia! -ordenaba el rey fuera de control. Al cabo de una cruenta pelea, el extraordinario animal yacía muerto a las puertas de palacio.

Desde ese momento, al rey dejaron de gustarle los dragones.