Una historia sobre la paz

La paz perfecta
La paz perfecta

Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta.

Muchos artistas intentaron. El rey observo y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban.  Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas.  Todos los que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no reflejaba para nada lo pacífico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido... paz perfecta.

El rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué? Porque, explicaba el rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor.  Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón.  Éste es el verdadero significado de la paz.

Conociendo sobre la amistad

El apicultor

Un ladrón se introdujo en la casa de un apicultor durante su ausencia, robando miel y panales. A su regreso, el apicultor, viendo vacías las colmenas, se detuvo a examinarlas.

En esto, las abejas, volviendo de libar y encontrándole allí, le picaron con su aguijones y le maltrataron horriblemente.

¡Malditos bichos -les dijo el apicultor-, dejaron marchar sin castigo al que les había robado los panales, y a mi que les cuido con cariño, me hieren de un modo implacable!
Para conocer sobre la amistad
Esopo, Fábulas


Algunas consideraciones sobre el bien y el mal

"He visto a personas comportarse de forma censurable con gran moralidad y todos los días advierto que la integridad no precisa reglas."
Albert Camus

"Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada."
Edmund Burke

"La gente buena me parece buena y la gente mala me parece mala si soy lo suficientemente bueno."
Lao Tsé
 
"Donde Dios erige un termplo de oración, allí edifica el demonio una capilla, y, si con detenimiento se examina, reúne éste la mayor congregación."
Daniel Defoe

Creando una realidad

Las emociones cambiantes
Muchas veces nos encontramos en un estado de satisfación y nos sentimos felices. En instante un mal pensamiento nos pone tristes y malhumorados. Nada ha cambiado, nosotros mismos cambiamos nuestra realidad. Lean este cuento.

¿Emociones verdaderas?

Cuentan que, en China, un hombre ya anciano decidió regresar al lugar donde había nacido y del que salió siendo muy joven. En el camino se unió a un grupo de viajeros que seguían la misma ruta y les explicó su deseo de volver a la tierra que lo vio nacer.

Después de varias monótonas jornadas, aquellos hombres decidieron divertirse a costa del viejo.
-Mira, anciano, estamos llegando a la tierra de tus antepasados, esas montañas que vemos las contemplaron tus ojos cuando eras niño.
El viejo, a pesar de no recordar nada, se sintió dichoso de ver aquellas cumbres.

El valor de la solidaridad

La solidaridad, valor importante
Dos personas estaban perdidas en el desierto. Estaban muriendo de hambre y de sed. Finalmente, llegaron hasta una alta pared.

Del otro lado podían oír el sonido de una cascada y pájaros cantando. En lo alto, podían ver las ramas de un abundante árbol que se extendía sobre la parte superior del muro. Su fruta parecía deliciosa. Uno de ellos se las arregló para trepar por la pared y desaparece por el otro lado. El otro, en cambio, volvió al desierto para ayudar a otros viajeros perdidos a encontrar su camino al oasis.

Con esfuerzo el resultado llega

El esfuerzo
Los insectos y los animales casi siempre están en actividad; se preparan para el invierno o para la primavera, se bañan, limpian sus nidos, alimentan a los críos y hacen lo propio de sus especies. Siempre están completamente involucrados en lo que hacen. También podemos pensar que están plenamente satisfechos.

Podemos aprender de los animales. Para ser felices necesitamos mantenernos ocupados. Desatender las cosas cuesta caro. La negligencia echa todo a perder: los marineros saben todo esto con respecto de los barcos, los atletas lo saben con respecto de sus cuerpos, los estudiantes lo saben con respecto de sus mentes. Cualquiera que cuida un jardín, pronto descubre que la hierba brota naturalmente. No hay que sembrarla para que crezca por todas partes. La única manera de que las cosas mejoren es invirtiendo esfuerzo.

El esfuerzo debe hacerse porque SE DESEA; porque es nuestro privilegio y alegría   aprender, probarnos nosotros mismos, ensayar y adquirir experiencias. El error que mucha gente comete es trabajar sólo por los resultados finales y no por el gusto de hacerlo. Entonces, si no obtienen resultados deseados, se desilusionan.

¿Todo por amor?

La princesa busca marido
¿Debe darse todo por amor? ¿Debemos seguir adelante aún cuando todo se ha terminado? Este cuento de Jorge Bucay nos deja una lección importante.

La princesa busca marido

Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.

Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.

El valor de compartir

El valor de compartir
Un hombre cercano ya a la muerte fue a ver a un maestro para preguntarle:
-Hombre sabio, dime cuál es la diferencia entre cielo e infierno.

-Veo una montaña de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre de hambrientos. Sus palillos son más largos que sus brazos, así que cuando prenden la comida, no pueden llevársela a la boca y son víctimas de la frustración y el sufrimiento. Ese es el infierno -contestó el maestro.
-¿Y el cielo? -volvió a preguntar el viejo.

-Veo una montaña de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre alegre.
Sus palillos son más largos que sus brazos, pero han decidido, al prender la comida, dársela los unos a los otros. Ese es el cielo.


Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente, Recopilación de Ramiro Calle y Sebastián Vázquez

Saberlo o no saberlo

Los milagros
Un caminante llegó a un pueblo donde se anunciaba la actuación del “hombre maravilloso”, un personaje que, según contaba el pregonero, era capaz de realizar milagros.

El viajero se colocó en lugar de privilegio para ver el número, y, empezado éste, observó que, en efecto, aquel hombre realizaba prodigios tan grandes como el de crear objetos de la nada. Terminada la función, se acercó al «hombre maravilloso» y le preguntó:

-¿Dónde está el truco de los fenómenos que realizas?
-No hay ningún truco -contestó éste.

-¿Quieres decirme que eres capaz de crear de la nada? -volvió a inquirir.
-Así es -contestó de nuevo.

-Eso es imposible -gritó el viajero. Sólo puede crear Dios. ¿Es que acaso tú eres Dios?
-Así es -volvió a responder el “hombre maravilloso”.

Lleno de indignación ante aquella irrespetuosa manifestación, el viajero gritó burlándose:

-¡Tú eres tan Dios como puedo serlo yo!
-Así es también -respondió de nuevo-, sólo que hay una pequeña diferencia entre tú y yo.
-¿Cuál es? -preguntó intrigado el caminante.
-Que yo lo sé y tú no.

Ramiro Calle, Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente

Viviendo la vida

Aprendamos a vivir la vida
Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.

Pero sé paciente, no pretendiendo que todo te llegue de inmediato.

Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno.

Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas.

Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura.

No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.

No revuelvas una herida que está cicatrizada.

No rememores dolores y sufrimientos antiguos.

¡Lo que pasó, pasó!